Un ave muy común en gran parte del país es el tero (
Vanellus chilensis), en especial en la región pampeana entre otros del país. Durante la primavera como la mayoría de las especies de aves entran en la época reproductiva y es común ver teros echados en el suelo donde ponen sus huevos o caminando y tratando de llamar la atención con gritos estridentes y movimientos evasivos para despistar a los posibles depredadores e intrusos de sus pichones.
Las siguientes fotos fueron tomadas en diversas locaciones durante los meses de octubre y noviembre de este año, donde varios ejemplares de teros tenían sus pichones de diferentes edades o incluso sus improvisados nidos apenas ocultos entre los pastos a orillas de los caminos.
La primera tanda de imágenes corresponde a una familia con dos pichones sobrevivientes que tenían como territorio los bordes con gramilla de una calle rural y un zanjón lleno de agua, lugares donde se alimentaban y pasaban desapercibidos los pichones. Los fotografié desde el auto, deteniéndome a un costado de la calle; al principio los teros se alejaban lentamente, pero al permanecer varios minutos se relajaron y acercaron un poco. En ocasiones movía el auto más cerca y los pichones se iban o se agachaban para camuflarse entre la vegetación mientras los padres daban la voz de alarma para luego irse a otro lado gritando para llamar la atención.
Esta otra serie de fotos se corresponde a otro camino rural distante casi 10 km del anterior, donde había varios casales de teros, algunos con pichones y otros como este empollando sus huevos a centímetros del camino transitado por todo tipo de vehículos. El ejemplar que los incubaba extrañamente se alejó cuando me bajé para fotografiarlo más de cerca, por lo general se quedan sobre la nidada, en ocasiones amenazando con los espolones de las alas
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Pichón de una pareja vecina |
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Huevos una semana después de la foto anterior |
Por último esta otra tanda con un casal de teros al costado de la avenida de Los Pescadores que bordea una parte de la laguna de Monte. Estos teros criaron en una zona con muchos pastos y gramilla en un sector transitado y con turistas, parece no haber tenido problemas en hacerlo. Si bien estaban acostumbrados a ver gente cuando me acerqué se pusieron nerviosos y daban gritos de alerta a su pichones para que se ocultaran, luego gritaban y se iban alejando para desviar la atención de sus hijos aunque sin amenazar con los espolones ni hacer vuelos rasantes como es habitual en ellos cuando tienen crías