Pero como solo había tomado algunas con teleobjetivo me quedé con ganas de tomar con mi otro lente, desde 18 mm hasta 250 mm, haciendo hincapié en tomar algunas fotos con menor aumento pero de muy cerca y a nivel del piso.
Al día siguiente a poco de ponerse el sol me fui hasta el mismo lugar y encontré al tero sobre sus huevos. Me acerqué con cautela y como era de esperar no se movía de su lugar. Primero permanecía a 4 o 5 metros, me tiré cuerpo a tierra y lentamente fui avanzando, tanto me aproximé que llegué a esta amenos de 50 cm , si quería podía intentar tocarlo.
Tomé varias fotos del tero y de los huevos también, con diversos aumentos hasta que finalmente tomé las últimas con teleobjetivo de 300 mm.
Lamentablemente los días siguientes fueron de fin de semana largo, con condiciones climáticas óptimas y con temperaturas primaverales, lo que atrajo a una multitud de turistas a San Miguel del Monte, incluso llegaron con automóviles hasta ese lugar por lo que al pasar el día martes ya no vi a los teros, seguramente los huevos fueron destruidos o robados. El lugar donde eligieron criar a sus pichones no era el más adecuado.
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| Lugar donde anidaban los teros. El suelo estaba cubierto con aserrín ya que hacía un tiempo un circo estuvo varias semanas en ese lugar |
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